Trasgénicos y biodiversidad: alerta para la salud

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TRANSGÉNICOS Y BIODIVERSIDAD: alerta para la salud

La biodiversidad y los cultivos europeos están amenazados por los transgénicos, incluso en países donde está prohibido su cultivo, como demuestran recientes estudios científicos. Ante el peligro real, las autoridades del Estado español deben promover un seguimiento y revocar las autorizaciones, tanto de cultivos comerciales como de ensayos susceptibles de contaminar nuestros campos. Así lo exige un llamamiento firmado por un importante grupo de organizaciones, entre las que figura Ecologistas en Acción.

Dos artículos publicados recientemente demuestran hasta qué punto está amenazada la biodiversidad europea por la proliferación sin control de malezas provenientes de organismos genéticamente modificados. Esto debería alertar a las autoridades españolas para promover un seguimiento de la contaminación y evitar que el problema alcance una magnitud cuya reparación requiera costosas inversiones.

Los artículos demuestran que el establecimiento de núcleos de poblaciones incontroladas de colza asilvestrada transgénica no solo es un fenómeno común en los países donde la colza transgénica se cultiva de forma legal, como Canadá o los EE UU, sino que también ocurre de forma frecuente en países donde dicho cultivo está estrictamente prohibido, como Japón [1] y Suiza [2]. En este último país se han detectado poblaciones asilvestradas de colza resistentes a herbicida en las cercanías de 58 de 79 estaciones de tren muestreadas. También se ha demostrado analíticamente que en al menos 4 de estas poblaciones existían individuos silvestres fuera de control que portaban en su genoma ADN transgénico. Estos estudios demuestran la falta de credibilidad de las especulaciones que afirman que no es necesario hacer un seguimiento porque el riesgo de contaminación por polen transgénico es mínimo [3].

El peligro de la contaminación genética en España:

A pesar de que no está autorizado su cultivo en Europa, salvo para cultivos experimentales [4], el derrame accidental de granos de colza transgénica durante su transporte es especialmente peligroso debido a la gran capacidad que tienen las especies del género Brassica para cruzarse y dar descendientes fértiles (la colza pertenece a la especie Brassica napus). En España la flora silvestre es rica en crucíferas de los géneros Brassica y sus parientes próximos. Además en el noroeste es común el cultivo de variedades tradicionales de nabicol, que es la misma especie que la colza.

Otra especie genéticamente modificada para la que se realizan ensayos en España es la remolacha azucarera. En este caso el peligro de contaminación aumenta debido a que es una planta cuyo polen viaja por el aire y alcanza grandes distancias. Aunque no es autóctona, existen poblaciones asilvestradas de remolacha en muchas zonas españolas. El último caso de este peligro lo tenemos en las recientes solicitudes por parte de Sesvanderhave N.V. y KWS SAAT AG para la evaluación en campo de híbridos de remolacha azucarera (Beta vulgaris) derivados de la transformación del evento H7-1 tolerante al herbicida glifosato. Los municipios para los cuales se han solicitado los ensayos son Magaz de Pisuerga (Palencia); Toro (Zamora); Cigales, Tordesillas, Valladolid y Ventosa de la Cuesta (Valladolid); Villalazán (Zamora); Laguna de Negrillos (León) y Pampliega y Palazuelos de Muno (Burgos). Las solicitudes se encuentran en periodo de enviar comentarios y alegaciones al MAGRAMA [5].

El maíz también sufre un riesgo alto de contaminación, ya que posee una importante biodiversidad local y también se cultiva en sistemas de producción ecológicos. A pesar de ello España es el único país europeo que continua autorizando la siembra comercial de maíz transgénico a pesar de los numerosos y evidentes casos de contaminación constatados en Cataluña y Aragón [6]. A principios de octubre el MAGRAMA publicaba los datos estimados de la superficie de Maíz MON810 de 2012 comprobándose que han ascendido a 116.306,00 hectáreas, suponiendo un incremento de 18.980,88 hectáreas respecto al año anterior, aunque según lo denunciado por la Plataforma de Andalucía Libre de Transgénicos – PALT [7] y Greenpeace [8] los datos aportados difieren bastante sobre lo publicado por las comunidades autónomas.

Un caso especialmente preocupante es el que afecta a Agrostis stlonifera, un césped utilizado en los campos de golf que se ha convertido en un problema fuera de control en EE UU por la facilidad de dispersión de su polen y por su alta capacidad de cruzamiento con especies silvestres emparentadas [9]. En España la dispersión de individuos transgénicos incontrolados de esta planta podría causar estragos ya que A. stolonifera vive en casi toda España y su polen puede contaminar las especies naturales de la península ibérica como A. castellana, A. alpina, A. rupestres y A. nevadensis, endemismo que se localiza en el Espacio Natural de Sierra Nevada (Granada y Almería, Andalucía), que además de ser Parque Natural y Parque Nacional, está reconocido internacionalmente como Reserva de la Biosfera.

Otros cultivos para los que se conocen liberaciones experimentales en España y susceptibles de contaminar las variedades locales o la biodiversidad silvestre son el tomate, la alfalfa y los álamos.

A pesar de los riesgos anteriormente descritos, hasta donde sabemos, en España no se han hecho públicos resultados del seguimiento del flujo genético de transgenes, ni se ha incluido este importante aspecto en los planes de seguimiento preceptivos de las variedades autorizadas para siembra. Todo ello, consideramos que se trata de un asunto la enorme gravedad, especialmente por la irreversibilidad de esta amenaza para la biodiversidad y para los cultivos y, por consiguiente, para nuestra salud y nuestra vida futura.

Sugerimos, pues, contactar con asociaciones ecologistas y de defensa de la biodiversidad y participar en sus campañas (acciones solicitando la revocación cautelar de las autorizaciones, tanto de cultivos comerciales como de ensayos con variedades modificadas genéticamente, susceptibles de contaminar genéticamente nuestros campos, recogida de firmas, etc.), para exigir mayor trasparencia en todo este turbio asunto en el que, una vez más, el beneficio económico es el que mueve los hilos, por encima del medio ambiente, la diversidad biológica y la calidad de vida y la salud humana.

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